La impotencia del dominicano honesto, ¿hasta cuándo?

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Por: Lina Paulino, periodista y psicóloga clínica

A propósito de un video que circula por las redes, donde un joven, supuesto delivery de una farmacia, a quienes unos policías en redadas; las cuales por demás nunca han tenido una razón justificada, fue despojado de su motocicleta y con voz entrecortada les gritaba a los agentes, ´Que ´Maldita impotencia con ustedes¨, no deja de retumbar en mi mente esta triste y dura realidad que se vive en este país.

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Casi lloro, quizás no por el joven sino por la verdad que gritaba. Y es que en República Dominicana vivimos en un sistema que nos hace impotente, donde la justicia, y el respeto a los derechos del ciudadano brillan por su ausencia.

¨Qué impotencia´, cuantas cosas se pueden leer en esta simple frase, en un país donde no existe el más mínimo orden de convivencia humana y donde solo el dinero, y el poder te da el derecho a vivir con dignidad.

‘Que impotencia, que indignación, con ustedes, el grupito que considera que el país le pertenece, pero cuan mayor es la rabia con aquellos, con nosotros, con todos, los que no entendemos, y que cada cuatro años le decimos a ellos que pueden continuar, vendiendo así nuestra integridad, por un plato de lentejas.

Aquí no se reclama derechos, ¿para qué?, si aquellos llamados a defender a la población tienen su conciencia comprometida y atada a unas cuantas monedas y como judas son capaz de vender y matar al más santo de los mortales.

No hay confianza en ninguna institución ni gubernamental, ni privada, y con ello hay una sensación de ‘me rindo’, que genera un estado de inutilidad e incapacidad que aterroriza. Pero ¿Hasta cuándo?, lo peor es que no veo respuesta a esa pregunta, porque los que sufrimos el daño, no nos termina de importar la situación.

El país se nos ha ido de las manos, no existe el civismo mucho menos el patriotismo, en este país parece que somos los protagonistas de la famosa película, ¨¨los juegos del hambre¨ donde cada uno se come a cada quien, para poder sobrevivir, y no sabemos quién tiene la moral suficiente para levantar la cara y establecer el orden.

Carajo, que impotencia, ¿hasta cuándo?, cuando se levantara alguien, con valor, que diga basta ya, que no venda su conciencia, que le duelan sus hijos y sus nietos, y que definitivamente se disponga a establecer el orden caiga quien caiga.

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