En día de su cumpleaños 59, elegimos y recordamos, con detalle y contexto, el top 10 de las máximas hazañas de Su Majestad. Las historias de por qué hizo esos partidos épicos el mejor basquetbolista de la historia
Michael Jordan fue único e irrepetible. Es verdad que Kobe Bryant se esmeró para ser una copia bastante parecida, con movimientos casi calcados y algunas producciones para la historia, pero MJ fue especial. Muy. Por lo que ganó, claro (seis títulos sin perder una final), pero también por cómo lo hizo. Por su estilo tan estético, por su plasticidad y elegancia, por su cadencia en cada acción. Pero enamoró, cautivó, por mucho más que eso.
En los primeros 6/7 años (84-91, su primer título) dominó en el aire, siendo capaz de sostenerse más que el resto, casi levitando, logrando volcar una pelota saltando desde la línea de libres, como hizo en uno de los dos concursos de volcadas que ganó (87-88). Y porque luego, cuando sus prestaciones físicas comenzaron a disminuir, en especial tras su primer retiro, pulió su juego, lo fue cambiando y agregando recursos, para seguir dominando -en la tierra- y continuar siendo tan determinante como cuando era un pantera desbocada.
MJ gobernó la competencia al menos durante 10 años. Mutando, pero siempre dominando al resto –impactante decir que frustró y dejó sin anillo al menos a 10 superestrellas que quedaron en la historia-, dejando un aura de invencibilidad. Un halo que construyó en cada juego, cada temporada… Porque MJ tenía semejante pasión y mentalidad que no había noches libres. Ni rivales fáciles. Cada día salía a jugar (porque amaba el juego, a tal punto que puso una cláusula en su contrato que se llamaba así para tener siempre la última palabra sobre si jugaba o no). Y a matar, claro, sin concesiones. Porque su cabeza era asesina. Sólo quería ganar. Y, en el proceso, podía humillarte. Más si había una pica o rivalidad. Una situación especial. Una declaración. O algo que lo motivara. Cualquier cosa podía encenderlo. Por eso, en su carrera, de 15 años en la NBA, 13 en Chicago y dos en Washington, Tiene decenas de partidos épicos, históricos, que quedaron en la memoria colectiva. Hoy, en su cumpleaños #59, recordaremos los mejores 10 -con la dificultad que eso conlleva, habrá un bonus de 5-, analizando lo que hizo, cuándo y contra quién, destacando el contexto de la hazaña.
Tal vez la primera época de MJ haya sido, individualmente, la mejor. En la cancha era un demonio, un torbellino incontrolable, que iba para un lado y para el otro, que mataba con espacios -en especial de contraataque- y volaba por encima de los defensores. En esos años tuvo muchas actuaciones para el recuerdo, que luego quedaron eclipsadas por hazañas en partidos top, en especial de playoffs o por el título. Pero en esos años iniciales, sobre todo en fase regular, era común ver deslumbrar a Mike.
Como pasó el 28 de marzo del 90, cuando anotó la mayor cantidad de puntos en la NBA (los 69 significan la 12° marca de la historia del torneo) y, además, bajó la mayor cantidad de rebotes (18). Una locura, si lo pensamos en términos individuales. Faltaba poco para ver a un Jordan más completo –y ganador-, pero todavía tiraba mucho del carro. Y hacía todo y de todo. Aquella vez, en el triunfo 117-113 ante los Cavs, equipo al que ya tenía de hijo, tuvo 23-37 de campo y 21-23 en libres. Y, además de los 18 recobres, sumó seis asistencias, cuatro robos y una tapa. Fue la segunda de una racha de nueve triunfos al hilo de un equipo que cada día se mostraba mejor para competir con los de elite en el Este.
Imagínense si este es el 10° mejor partido de MJ, lo que nos espera…
9) Ni a los 40 años podían frenarlo… Leer más