Una señora sumergida en la pobreza extrema ruega por ayuda

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Una historia lacerada por la pobreza extrema, por el tiempo mal vivido y la agonía de la soledad. Una pintura de su madre que aún conserva en lienzo al parecer le da esperanza en medio esta vieja casucha cobijada en pedazos de zinc oxidados y edificada en lo que fue una laguna que ella misma logró secar.

Rastrar sus pies en piso de tierra, cubrir su cama con plásticos para evitar que el agua la moje mientras duerme y la letrina junto a ella es quizás su destino. Al parecer Dios fue tan cruel con ella que su vientre no fu fértil o quizás fue compasivo.

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En este fogón, trastes tiznados por el humo y agujeros en todo el techo dejan al descubierto su amarga vida.

Chibilo y pulgui (como les llama a sus cachorros) son sus dos únicos compañeros…Como buscando aliviar la carga de la necesidad emprende la venta de fritura.

Eusebia Carmona no pierde la esperanza que Dios se compadezca de ella y así como penetran los rayos del sol por los agujeros del zinc de su empobrecida casucha, también entre un rayo de luz que cambie su vida.

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