La reelección es mala pero le haría bien al país

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Por: MELVIN MAÑON

He sido opositor a Danilo Medina y he sido parte de esfuerzos para impedir la reforma constitucional y abrirle las puertas a un nuevo mandato. Pero, es posible que haya sido un error. Al país, o lo que queda de este, le conviene que Danilo Medina soborne el congreso y/o de cualquier otra manera –incluyendo hacer coca- siga al frente del gobierno para que la crisis de deuda, de gobernabilidad y de legitimidad le estalle en las manos, pero también, por otras, igualmente poderosas razones.

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República Dominicana está abocada a una crisis de deuda de tal magnitud que desborda con creces la de Grecia, Portugal y España. No hay manera de evitar esa crisis ni posibilidad de que el PLD y Medina puedan gerenciarla. Si esa crisis, en cuya inevitabilidad pueden confiar y apostar todos, cae sobre otro presidente, la culpa no será, pero parecerá obra del nuevo gobierno.

Para quedarse al frente del gobierno Danilo Medina está obligado a perpetrar una cadena de fraudes, ilegalidades y trampas que terminarán de despojarlo de cualquier asomo de legitimidad y por lo tanto abrirán las puertas del país de par en par al reclamo ciudadano, activando, desatando y organizando una renovación del activismo social y político en el país cuya ausencia es precisamente lo que ha permitido que tipos de la calaña de Medina se hicieran con el poder.

La permanencia de Danilo Medina en el gobierno inevitablemente traerá males mayores, no solamente de deudas, desigualdades y abusos sino que y por esto mismo obligará a la gente a tomar partido, a salir a las calles, a fabricar lideres y organizaciones mas capaces y a forjar una nueva mentalidad mas centrada en el contenido que en la forma, mas preocupada por la suerte de la familia que por el desgonce de caderas en un reggaetón y es que, el país de hoy está tan enfermo que no puede producir la sociedad que queremos sino es a través de una catarsis, una crisis larga, profunda y traumática de donde surja una nueva mentalidad y de esta una nueva realidad.

El desorden, la insolencia, la indisciplina, la falta de ética que gobierna la vida política e institucional del país, la degradación a todos los niveles, la perdida de la soberanía y el abandono de los valores que forjaron esta nación no puede emprenderse sin que el país viva el trauma cuya ocurrencia – en aras de la imagen de modernidad- ha tratado de evitar. Sin un fracaso grande, sin una catástrofe, sacudida, estremecimiento telúrico esta sociedad no puede y no va a reaccionar y si no reacciona, lo mismo da que sea Danilo u otro payaso. El gobierno que tenemos es una expresión fiel de la sociedad que somos en este momento. No nos equivoquemos culpando solamente a los dirigentes.

Los que aspiran a suceder a Danilo Medina y que tienen alguna posibilidad no son esencialmente mejores que él. Nada podemos esperar de ellos. Puede que no sean tan descarados e inescrupulosos como Medina pero carecen del carácter, el arrojo, la determinación y el compromiso de perseguir la corrupción y hacer justicia.  Necesitamos tocar fondo, consumar hasta el fin la tragedia que vivimos y de la sangre y la ceniza que hemos querido evadir, que hemos presumido de no producir; enterrar los buenos modales, el portarse bien, el acogerse al espacio político que deja el gobierno. A todo eso habrá que renunciar y nada nos acerca tanto a esa meta como la hoja de ruta de Danilo Medina. Así pues, por el futuro y lo mejor de esta república que alguna vez fue país, es bueno que la tragedia no se interrumpa ahora, que Danilo siga y que en el enfrentamiento inevitable este pueblo reencuentre su capacidad de lucha, descubra su potencial, se de nuevos lideres y castigue ejemplarmente a quienes lo han robado, abusado y estuprado. Que siga Danilo para que el odio y el dolor nos enseñen a buscar y hacer justicia. No se trata de dejar la lucha contra la reelección sino de entender que, como sociedad, no nos conviene ganarla.

Y sépase que Danilo sabe todo esto y gustosamente dejaría que ganara otro para que cargue con la debacle que viene pero, son tantos sus crímenes y delitos, robos y abusos, tan flagrantes las ilegalidades y tan malo el momento político internacional que Danilo no se apea.  Teme ser enjuiciado.  Debemos alentar ese temor tanto como el apetito ciudadano por perseguirlo.

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