La Iglesia y el llamado “demonio de la reelección”

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    Por: Leonel Martínez 

    La reelección no solo amenaza con dividir al PLD, también ha colocado al clero y al gobierno en las esquinas de un ring de lucha libre, como en los tiempos de Jack Veneno y Relámpago Hernández. 

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    Los que auspician el represo o la continuación de Danilo en la silla de alfileres, le han sacado los trapos sucios a algunos  sacerdotes, y los  pronunciamientos opuestos a la reelección han sido duramente criticados por ministros del palacio. La Iglesia le teme a una dictadura, pero el sector oficial ha llegado a decir que en el púlpito cristiano no existe la democracia, pues papas y obispos manejan sus capillas como perfectos tiranos.

    Consejeros del oficialismo han expresado su temor ante el hecho de que el gobierno se pueda echar la Iglesia de enemigo. Mientras influyentes comunicadores han atizado el látigo de sus comentarios para pasarle factura a los enormes privilegios del sector religioso, además de enrostrarles sus escándalos de violaciones sexuales a menores.

    En tal contexto, se está desarrollando este pleito que contiene como manzana de la discordia lo que algunos curas llaman, “el demonio de la reelección”. Ya se tiene la preocupación de que si no se frena la lucha entre estos dos poderes, el gobierno podría ser tirado a la lona, valorando el hecho de que el país está sembrado de iglesias, cuyas campanas estarían como cañones dirigidos a criticar la reelección.

    Se recuerda que en la historia universal muchos episodios narran los litigios entre la Iglesia y el poder político. Los filósofos de la ilustración llegaron a decir que la religión era la principal causa de la miseria en Francia. Tan lejos llegó la controversia, que al triunfar la revolución se cambió el calendario y en vez de un mes de cuatro semanas de siete días, se modificó por un mes de tres semanas de diez días, con el único objetivo de que el domingo no se fuera a misa, y así se combatía al clero. De igual modo los rusos con la revolución de 1917, rompieron sus relaciones con las iglesias. Así mismo lo hizo Fidel Castro.

    En el ámbito local, hay quienes no dejan de reconocer que uno de los aspectos que más influyó en la pérdida de prestigio del régimen de Trujillo fue la demoledora crítica de la iglesia católica en contra del dictador.  Se comprende que el catolicismo tiene los juegos pesao´, y suele ser rencoroso. Todavía no se le perdona a Carlos Marx su frase: “La religión es el opio de los pueblos”. Mientras los religiosos expresan que, “el marxismo es peor que el opio”.

    Es evidente que en este pleito del gobierno y la Iglesia, uno de los dos se puede caer al cuadrilátero. Los dueños de bancas de apuestas parece que dan a los reeleccionistas como perdedores. Pero los de Danilo están seguros que, “con la obra de gobierno que ha hecho su presidente nadie le puede gana”.

    ¡Bueno! Debemos esperar un desenlace armonioso, pues el presidente es un hombre de paz y la Iglesia también, aunque los intereses separan a las mejores familias. No estaría demás exclamar con la mirada hacia el cielo: ¡Qué Dios nos encuentre confesado! Amén.

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