Hermanos y primos del merengue

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    Por: Leonel Martínez

     

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    La música es un poderoso vínculo que identifica y une a los pueblos; muchas veces con niveles de semejanzas tan marcados, que ciertos ritmos parecen tener una raíz común, en el árbol genealógico del sonido.

    El merengue no es hijo único, tiene hermanos y primos sonoros en África, Sudamérica y en las Antillas; que evidencian que se debe explicar sus orígenes, en el contexto de la genética cultural de estas zonas geográficas.

    Estudiosos del merengue como doña Flérida de Nolasco, el científico folclorista Fradique Lizardo, y el erudito Emilio Rodríguez Demorizi; no tuvieron la fortuna de vivir las ventajas de la era digital; la cual constituye un paso gigantesco para las investigaciones musicales.

    La Internet permite hacer exploraciones comparativas por diversos países o penetrar a poderosos archivos de audio y video. También al través de la red, se pueden consultar las bibliotecas digitales, y con la facilidad de un traductor online, ya no importa en qué idioma esté la información.

    Durante tres años he estudiado de forma audiovisual los ritmos de la música tradicional y popular de los países del occidente, sur y este de África: Angola, el Congo, Nigeria, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial (idioma oficial el español) Camerún, Cabo Verde, Tanzania y Kenia, entre otros. Y en las Antillas Mayores y Menores: Haití, Jamaica, Guadalupe y Martinica, Trinidad y Tobago, Bermudas, etc.

    La búsqueda me ha permitido conocer decenas de ritmos, cada uno de ellos con notables parentescos, pero  de una belleza coreográfica de infinitas emociones; tales como: bobaraba,  bongo flava, cabacha, chakacha, coupé decalé, danza del vientre, funaná, jive, Kizomba, kpanlogo,Kuduro, Kwasa Kwasa, makossa, mapouka,  niiko, rumba,  rai, sabar, Taarab, Wassoulou, zoblazo, zouk, zoukous, kompa, soca, semba.

     En ese arcoíris sonoro encontré hermanos y primos del merengue. Los más cercanos a nuestra música bandera son: 1- Funaná, (bailado en Cabo Verde); 2-Semba y 3-kizomba (Angola); 4-Taarab (Tanzania y Kenia); 5-Rumba (Congo;);  6- kompa (Haití, Martinica).

    Si los productores locales de merengue lo concibieran como un ritmo que forma parte de un gran tronco musical; comprenderían que, como un organismo vivo, el merengue evoluciona, cambia en el tiempo, se fusiona, se enriquece y se empobrece. Todas estas convicciones pudieran servir para asumir de una manera más creativa la música de los dominicanos. De esa forma se pudiera relanzar con mucha más belleza. Y así pudiéramos conquistar cerca de 400 millones de personas de otras naciones, que al escucharlo se sentirán familiarmente identificados.

    Es momento de una reingeniería del merengue, estancado desde hace más de tres décadas (con pocas excepciones).  Y en este momento en que brilla la modernidad, está a punto de quedar electrocutado, por el emergente merengue electrónico, una especie de monotonía rítmica, a la que sólo se le cambian las letras. Mientras los realizadores de merengue no lo asuman como un producto que merece calidad total, continuarán saboreando como simples contempladores, los éxitos que en Villa del Mar, recientemente cosechara 440 y Juan Luis Guerra.

    ggnoticias01@gmail.com

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